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Pentecostés en el Cenáculo de Sión

Por: Javier Del Ángel.

Tradicionalmente se reconoce que la teofanía (manifestación de Dios) de Pentecostés (Hch 2, 1-11) ocurrió en una casa ubicada en Sión. En tiempos de Jesús y de los primeros discípulos, Sión era reconocido como el lugar donde había estado la “Ciudad de David”, que no es Jerusalén sino más exactamente una ciudadela, una fortaleza sobre una colina al oriente de Jerusalén desde donde se dominaba toda la ciudad antigua.

 

En esa colina se ubica el Cenáculo, lugar donde la tradición literaria de autores cristianos (no siempre apegada al dato histórico y arqueológico) asigna dos eventos importantes para la comunidad cristiana: la última cena de Jesús con sus discípulos y la venida del Espíritu Santo.

Cenáculo significa: "el lugar donde se cena". Se usaba esa palabra para designar el piso superior de una casa, en griego, anágaion, tal como aparece en los evangelios (Mc 14,15; Lc 22,12). Ese espacio casero servía de comedor y de dormitorio.

 

 

En el piso debajo de esa casa, existía ya para el siglo II una pequeña sinagoga-iglesia judeo-cristiana en honor del relato de Pentecostés. Restos de esa edificación han sido hallados justo donde ahora los judíos tienen lo que llaman (y defienden) de manera totalmente arbitraria como la Tumba de David, ya que no existe ningún fundamento ni histórico ni arqueológico que confirme tal suposición. El sarcófago que ahí se encuentra está totalmente vacío y es sólo un sitio simbólico.


El causante de que los cristianos primero, y los judíos después, ubiquen en ese lugar la tumba del rey David, es nada menos que Simón Pedro, quien en su discurso junto al Cenáculo el día de Pentecostés (Hch 2,29) dice que “el patriarca David murió y fue sepultado, y su tumba está aún hoy en medio de nosotros”. Estas palabras bastaron para que con el tiempo se considerara como una indicación de que justo ahí estaba dicha tumba, de modo que los cristianos celebraban en ese lugar la memoria del rey David. Los judíos, haciendo caso de este pasaje bíblico (¡¡¡) y de 1Re 2,10, consideran este lugar como la tumba de ese rey, motivo por el cual han peleado su posesión al menos desde principios del siglo XVI. Hoy, el sitio les pertenece.


Existen vestigios de que en ese lugar hubo una construcción dedicada al culto pero no puede ser judía ya que a partir del 135 los judíos fueron expulsados de Jerusalén y se les prohibió ingresar en ella, mientras que los cristianos hicieron de esa ciudad y de ese sitio en particular su centro de reunión. De modo que el sitio de la famosa Tumba de David no es otra cosa que el lugar donde una vez estuvo la primitiva iglesia judeo-cristiana.


Los arqueólogos opinan que la casa donde se ubicaba el cenáculo cristiano era de doble piso, como ahora se observa. En la parte de abajo estaba la sinagoga-iglesia que se usaba para las reuniones rituales, mientras que la sala superior (el cenáculo) la usaban para la celebración del banquete eucarístico.


Es quizás una de las primeras construcciones cristianas en el mundo. De esa capillita atestiguan ya San Epifanio (+403), San Cirilo y la monja peregrina Egeria. Como se cree que Pentecostés ocurrió en esa casa ubicada en Monte Sión, ya para el siglo IV a la comunidad cristiana de Jerusalén se le conocía como “La Santa Sión”.


Esto lo testimonia Juan II, obispo de Jerusalén, que restauró la capilla a finales del siglo IV o principios del V. Ahí se veneraban algunas supuestas reliquias de la Pasión de Jesús y se celebraba la memoria del apóstol Santiago, que fue obispo de Jerusalén, y del rey David.


Las hordas persas destruyeron la iglesia en el 614. Poco después fue restaurada por el monje Modesto, quien fue luego patriarca de Jerusalén. Al poco tiempo fue nuevamente destruida, esta vez por los musulmanes. A su llegada, los soldados cruzados encontraron sólo la capilla del Cenáculo y edificaron una gran basílica. A la caída del reino cruzado, el Cenáculo fue conservado por los cristianos, quienes continuaron celebrando ahí la Misa.


En 1333 los franciscanos tomaron posesión del Cenáculo y lo restauraron. En 1335 construyeron el antiguo claustro que aún podemos apreciar. De hecho es debido a este lugar, Sión, que el superior de los franciscanos en Tierra Santa, el llamado Custodio de Tierra Santa, se le llamaba con el título de "Guardián del Monte Sión".


Un siglo después, los musulmanes, aconsejados por los judíos, quienes ya podían ingresar en la ciudad, se apropiaron de las salas que están debajo del Cenáculo y reivindicaron para ellos la Tumba del Rey David. En 1524, un decreto del gobierno de Constantinopla les quitó a los franciscanos también la sala superior (el Cenáculo), con lo que quedaron prácticamente expulsados del edificio.


Debido a persecuciones musulmanas, los franciscanos se vieron obligados a abandonar también el convento en 1551. En ese año el Cenáculo fue convertido en mezquita y se prohibió el acceso a los cristianos. A lo largo del siglo siguiente esa prohibición se fue mitigando y se permitió a los cristianos la visita a ese lugar pero se les prohibió celebrar ahí la misa.


Luego, en la parte sur de la estancia superior se construyó un mihrab, es decir, un nicho que indica la dirección de la Meca. Este nicho aún se puede ver hoy. En la actualidad el lugar pertenece a los israelíes quienes permiten que los cristianos (y cualquier persona) visiten el segundo piso. 
La gran paradoja es que en ese lugar, donde se cree que Jesús celebró la última cena con sus discípulos, no se puede celebrar la Eucaristía ni ningún otro sacramento por prohibición (cortesía) expresa de los judíos.


Esperemos que con esta explicación hayamos reconocido algo de nuestros orígenes, de nuestro nacimiento eclesial.

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Himno gregoriano: "Veni Sancte Spiritus" (Ven Espíritu Santo)

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